Mujer Castellana

Estos días, acuna su mente, acariciando los rastros
de verdes campos de trigo que se mecen con la
suave brisa del aire.
La luz era espléndida y, al surgir, hacia brillar la escarcha,
cuya blancura cura su alma y da alas a su mente.

Suavizado su caminar, inclinaba su tronco recogiendo
sarmientos, verdes aún, para sustentar el fuego cuyas
brasas excitaran los cuerpos y los lomos rojos de unos
pimientos… Desmenuzables, en el interior de sus camas
que, acristaladas, repartirán las proteínas que alimenten
los cuerpos dando luz a sus almas.
Mientras sigue sus pasos sin rumbo, sin pausa,  al
encuentro añorado del Duende bendito que atesora
su mente. Que, terco, acicalado de vida, da sustento
a su cuerpo y calor al encuentro, entre alas que
el viento deposita en su alma. Cruzará la estepa,
enredado en los páramos, cubierto cual sabana. 

03/06/16

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