¿Por qué la
quieres?
Me preguntó la Luna en su noche clara.
Ella me sonríe y
la miro a la cara.
¿ Por qué la
amas?
Trepidante, la
aurora reclama,
sólo me venzo al
rocío de su mañana.
¿Al corazón se
le piden explicaciones?
¡Qué fuerte es
todo lo que le cuenta y sugiere!
¡Qué curioso y
paradójico todo lo que acontece!
¿Por qué la
amas? Inquirió la Luna
al Sol
antes de
ocultarse.
¿Acaso tú puedes
vivir sin mí,
que velo tu
noche floreciente?
¡Porque la
quiere...!
¡Díselo a su
corazón!
¡Pregúntaselo a
su alma!
Ellos saben lo
que presienten.
Él, pobre
juglar, sólo sabe que la siente
como un aguijón
incrustado en su vientre.
Porque su vida
estaba de luces y sombras
de sombras y
luces,
sin luna ni
cielo,
sin sol que
alumbrase.
Una cierta
lumbre calentó su alma
despejo las
dudas,
sofocó sus
ansias
y se aposentó,
cercana, en silencio
debajo su cama.
En noches en
vela
salía de las
sombras,
se acurrucaba en
su almohada
y se hacía
fuerte.
Le envolvía de
calma,
de ilusión y
vida,
por la que vive,
por la que se
muere,
día a día, desde
sus mañanas.
Antonio Molina
Medina