De
niño me enseñaron a trabajar y trabajar, no había descanso, y el único que
tenía lo dedicaba a leer y leer libros de caballería. Decían que los frutos del
trabajo con el tiempo se recogían. Nunca pensé en los frutos ni en el mañana;
me gusta vivir el presente, pero, con toda la intensidad que mi corazón
reclama. No creo en las casualidades ni en nada que se le parezca, sólo creo en
el amor y la amistad desinteresada. Cuando una lumbre a punto de consumirse,
alguien la revitaliza con nuevo leño, algo se destapa en la cumbre del corazón
impulsado por los sentidos que nadie pone freno.
Crees que todo se termina pero la vida está llena de sorpresas y no te deja en paz. No sé qué puedo decir, y menos qué pensar. María, como un rayo de luz, envuelta en las explosiones del sol, se acercó a la tierra, circundó una vida y la puso de nuevo a trotar, como un caballo andaluz dispuesto otra vez a las mejores carreras por las praderas de nuestra existencia.
Crees que todo se termina pero la vida está llena de sorpresas y no te deja en paz. No sé qué puedo decir, y menos qué pensar. María, como un rayo de luz, envuelta en las explosiones del sol, se acercó a la tierra, circundó una vida y la puso de nuevo a trotar, como un caballo andaluz dispuesto otra vez a las mejores carreras por las praderas de nuestra existencia.
Compartir con
ella sus páginas y sus versos es para mí un orgullo que no esperaba nunca poder
realizar. Con los pies en el suelo y la mente fría, sólo deciros a todas y
todos los que la acompañan, y en este caso con su comentario engrandece sus
páginas, gracias por dejaros caer y compartir estas letras enrringlonadas, que
dicen que es un poema y que tanto ha supuesto en mis horas bajas para levantar
el ánimo. Para seguir viviendo en LIBERTAD.
Molina
Molina
¡Cuánto amor
deposita en sus relatos!
Su sensibilidad
quebranta mi interior.
Me siento una
hormiguita que seguiría
sus pasos, hasta
el hormiguero de su corazón.