EXPIACIÓN

La Señora... Río de la Miel (El Cobre)
 
Una pena muy grande
envuelve su alma.
Una pena que le ahoga
entre lágrimas doradas.
Pena, la de un corazón
lejos de lo que más ama.
Entre el cielo y la tierra.
Entre el monte y las jaras.
El corazón en un puño.
El alma campo a través
incitada por las llamas
buscando nido y recuerdos.
Sólo cuerpo.
Sólo alma.
Y volver a renacer
entre sus brasas.
Antonio Molina Medina

EL BURRITO

 
 
Un pobre burrito amarrado

Aún me sigue su recuerdo.
al palo girando y girando.
Sacando del pozo el líquido.
En reposo para subsistir del campo.
Todo sigue igual.
La noria se mueve a fuerza
de látigo, mientras la zanahoria
se aleja…, se aleja…
Poco que pensar.
Pienso yo por ti.
El pesebre lleno
de duras algarrobas.
Se repite la historia
Mientras movemos la noria
otros llenan las alforjas.
Antonio Molina Medina

SEGUIR CAMINANDO


Los pájaros revolotean por los cielos y
se despiden agitando las alas,
para seguir volando sin descanso
buscando otros mundos sin fronteras.
Quizás el aire nos recoja en alguna parte,
Y su rebujo nos acerque y nos acoja.
Antonio Molina Medina

CLARIDAD

 
Eres la reina del sol.
¡Qué maravilla es tu alma y
no digo corazón!
Son lo que de ti resalta.
¡Qué grande eres Mujer!
¡Cuánto siento tu alma!
A su corazón no le importa,
te venera desde el alba.
Un coro de serafines
se levantan con el alba y
ve su rostro divino maculado
con mieles blancas,
de jóvenes que acompañan.
Antonio Molina Medina

DURA SERÁ LA SENDA

Escabroso el sendero.
Las hojas del camino
nos marcarán la ruta
de sueños, muchos sueños.
La verdad reluciente
superará su filtro.
Menudos orificios
de mensajes nuevos
dejarán de exculparme.
Sin miedos ni apatía
sofocaré mi aurora.
Limpieza y pundonor.
Amar mucho a la vida.
Regocijo ser útil y
curar las heridas,
que poco a poco limpian
unas manos de aire,
donde soplan partículas
aireadas de silencio.
Cuando aprieta su mano y
me muestra su aire
yo me aferro a su cuerpo
comprimiendo el aliento
sutil y copulador,
de sustancias aguadas
que por el cielo pululan
esperando su causa.

Antonio Molina Medina

ELLA

Empecinada mi alma.
Negro torito bramando.
Los lagartos en las ramas.
Aunque la noche resuene,
y mi corazón repiquetee,
no se calla ni se rinde.
Ante tu cuerpo serrana…
¡No se caya!... No se caya…
Antonio Molina Medina

EL ARCANGEL

 
A veces pienso:
Que no eres un ángel.
Que eres un arcángel.
Que escondes las alas,
dentro del vestido.
 
Tu luz es de vida
alumbra el camino.
Cual perlas que gimen
manando el destino
titilan campanas.
 
Cuando pienso en ti
¡Me siento tan vivo!
Me importa el mundo.
Me importa la gente.
La vida es cesto,
de aromas y frutas,
que cantan celeste.
Al igual que tu alma
que ilumina el sol
Mujer.

Antonio Molina Medina

MUJER

 
¡Cómo crujen tus versos
por mis venas,
que hasta el cerebro se suaviza
aunque la sangre lo altera!
 

Con este corazón 'partío'
 
dejo impreso mis sentires,
 
mis amores infinitos.
Antonio Molina Medina
 
 



SOMOS

No todos somos capaces
de atrapar ese destello de luz
envuelto en las partículas
del aire que respiramos,
para seguir respirando,
para seguir viviendo,
para seguir soñando
pasito a pasito con palabras
y versos enamorados.
 
Antonio Molina Medina

OTRA VEZ LA PALABRA

Llegó la calma hoy, a su costado
serenando la fiera que domina, y
con fuerza maneja las heridas,
las abre y cierra a su antojo, presumida.
 
La noche fue oscura, la mañana se aclara
a pesar de la lluvia y el agua…
El verde de los campos se inunda de
                                      humedades
que limpian de lo malo a almas doloridas.
 
Otra vez la palabra acomete el milagro,
Y risueña se alaba con tinta y con papel.
 
Un puñado de sueltas letras, ha encontrado
las inscribe en su alma, y le enjugan las lágrimas
que han marcado el camino, derramadas.
 
Antonio Molina Medina

ELLA

Yo aprendí de corazones como el suyo,
en las noches agrias de mi vida,
entre sauces y yedra atormentada,
en la cuna sin su miel de mi niñez,
lo que vale una amistad
entre los seres humanos.
Antonio Molina Medina

Miraba sus ojos,

Miraba sus ojos,
ellos me hablaban.
Su boca era la fuente
donde bebía mi alma.
Su corazón tañido,
que mueve sus pasos,
caminará hacia ella
como niño marchito
buscando su candor.
Antonio Molina Medina

A UN VIEJO OLIVO

Con la azada entre las manos,
cavaba su negra tierra,
arreglando su figura,
para que no pereciera.
El olivo sonreía, agradecido reía.
Por cada golpe de azada,
la tierra se recreaba.
El oxígeno fluía.
Un niño lo contemplaba.
Seriamente le decía.
—¡Maestro! ¿No le hará usted daño
a sus raíces divinas?
Mi sonrisa fue apremiante.
Sólo miraba su cara.
Vi sus ojos de aceituna.
Embebido estaba el niño,
sentado contemplando la faena.
Mientras el agua fluía
su tronco lo agradecía,
con la fluidez que el agua;
cual manantial sus raíces la absorbían.
Se fue corriendo el muchacho,
cantando por la vereda,
recordando aquel olivo,
viejo ya para sus laces,
pero seguro plantado.
En medio… los olivares.
Antonio Molina Medina