DEJARLE VIVIR



III

 

Pliegas el pasado cual paraguas. Nueva existencia.

Intentas con gozo practicar esa otra vida.

Viviendo el amor. Soñar con la amada.

Recibirla en tu lecho con fuerza de llama.

 

El hada madrina, duendecillo inquieto

provocó en su cuerpo nuevas esperanzas

en seres cotidianos que nada sabían

y el amor existe y es pura vida.

 

Pero la nada vuelve de la bruma

de nuevo se instala, en la penumbra

en la alcoba soñada. La amada del sueño

sigue en su burbuja y no siente nada.

 

Los sueños del que ama se vuelven cuchillos

se llena de nada, se rompe el silencio, se clavan en la nada

y en la noche larga, y como una melena

sus pensamientos, revolotean por toda la estancia,

buscando con ahínco el hada madrina que le consolara.

 

¡Cuanto la necesitaba! El amor que ha provocado

en una sencilla alma, que ha cambiado sus emblemas,

colando en su vida la esperanza,

aunque siga sin ser realizable, el limón y la naranja.

Antonio Molina Medina