LA VIDA



















Nunca se mueren los muertos en mi vida,
siempre los mantengo vivos en el pensamiento
añorando sus vidas, perdurable señuelo,
sintiendo el calor que provocan sus sueños.
Mis muertos nunca dejaron de importarme,
siempre estarán en mi regazo, en mi recuerdo,
compartiendo con ellos desdichas, alegrías y miedos
de un tiempo postrero que olvidar no quiero.
Ya que resulta que están vivos
entre nosotros los siento,
se habla tanto de ellos
que no borramos su recuerdo.

Blas de Otero, ‘La Figuera’, Federico…,
no están muertos, están vivos
y siguen diciendo: pido la paz y la palabra,
la exijo por derecho.
Limpiemos nuestras manos
y caminemos con aquellos
que nos marcaron su tiempo.

No están muertos,
junto a los seres queridos
que tanto amamos, que tanto queremos,
que mantenemos su recuerdo en sus versos
que no quedan en el olvido.
Que atrapados en el tiempo
no los podemos dejar morir
porque viven con nosotros,
con su legado,
desde la eternidad y nuestro cielo.

No están olvidados
ni están muertos,
sino recordándonos
lo generosos que fueron.
 Antonio M. Medina